¿Cuándo se supone que debo ir con un psiquiatra, con un psicólogo o un terapeuta? ¿Y está mal ser amigo de mi terapeuta?
¿Cómo hago para no equivocarme e ir con el “terapeuta incorrecto”? ¿Cómo decido dejar a un “terapeuta incorrecto”? PARTE 4
Hola, gracias por abrir este artículo de Reflexiones Existenciales. Aquí comparto mis opiniones y sugerencias para quienes buscan ir a terapia y les preocupa estarse equivocando de terapeuta. Esta es la última de 4 partes de: ¿Cómo hago para no equivocarme e ir con el “terapeuta incorrecto”? ¿Cómo decido dejar a un “terapeuta incorrecto”? Dejo aquí el enlace de la primera parte por si quieres empezar por el principio: PARTE 1
A quienes me han leído a lo largo de esta exploración sobre la terapia, oportunidades, riesgos y abusos. Esta es la cuarta y última parte de la serie. Aquí abordaré, de manera más amplia que en las generalizaciones que se hacen en redes sociales —pero aún no exhaustiva—, las preguntas: ¿Cuándo debo ir con un psiquiatra, un terapeuta o un psicólogo? y, para terminar, ¿Está mal ser amigo de mi terapeuta?
Me ha tocado escuchar algunas veces: “Lo tuyo no es terapia, es de psiquiatra”; “yo voy con terapeuta porque los psicólogos no son buenos en la terapia”; o “no vayas con terapeuta porque no son psicólogos”.
Creo que podemos empezar dando algo de claridad diciendo que terapeuta o psicoterapeuta son roles que pueden ejercer psicólogos, psiquiatras y, como expliqué en la primera parte, también pueden ser posgrados para otros profesionistas del área social o de la salud. Dependiendo del enfoque, el camino de formación es diferente. Hemos de suponer que si un psicólogo o psiquiatra ofrece terapia, es un terapeuta.
La persona terapeuta, como explica Martínez Robles, puede, según su enfoque, ser:
Clínico: es decir, que desde un modelo médico busca curar una “enfermedad mental”. En estos modelos se diagnostica y se elabora un plan de tratamiento. Las terapias cognitivo-conductuales (TCC), algunas miradas sistémicas, las de sanación de trauma, psicoanalíticas y chamánicas encajan dentro de esta visión.
Desarrollo: es decir, que buscan completar algo incompleto o enseñar algo. La gestalt, que busca cerrar ciclos o concluir experiencias abiertas; la orientación humanista y sus derivadas, como la musicoterapia humanista, que busca permitir que la tendencia natural al desarrollo fluya; las corporales, que buscan completar desarrollos detenidos por traumas; la logoterapia, que busca recuperar o encontrar propósito; el coaching, chamánicas, new age, transpersonales, las sistémicas, psicoanalíticas y las TCC también buscan educar o completar etapas de desarrollo bloqueadas.
Exploratorias: es decir, que acompañan al paciente a donde el paciente desea ir para conocer su experiencia, sus temores, retos, expectativas, reflexiones, creencias, valores, propósitos, fe y compromisos, esto sin prisa por que se tomen decisiones. Las decisiones y cambios viven naturales del proceso de explorar las experiencias. Los modelos fenomenológicos, sistémicos (como la terapia narrativa) y el psicoanálisis de Lacan o relacional pueden estar dentro de estas clasificaciones.
Cualquiera de estos modelos son terapia. Lo que sí podemos decir es que, si no estás dentro de un criterio de enfermedad mental, las terapias de desarrollo y exploratorias pueden serte más valiosas. Y si estás dentro de un criterio de enfermedad mental, la TCC será una opción segura, y terapeutas de otras corrientes pueden ser excelentes si tienen experiencia. Personas que están sufriendo mucho de experiencias abrumadoras no suelen encontrar ayuda en coaching o en terapias realizadas por facilitadores sin formación en terapia. Pero una persona que está sufriendo mucho puede tener terapeuta, coach, facilitador, chamán y psiquiatra si así lo desea.
¿MI CASO ES DE PSIQUIATRA?
Como he dicho, algunas personas preguntan si no deben hacer terapia porque lo que tienen es un caso psiquiátrico y no psicológico. Antes de dar alguna respuesta, es importante decir que el psiquiatra es un médico con una especialidad en salud mental. Los médicos son los únicos en el campo de la salud mental que recetan medicamentos, y cuando alguien que no sea médico receta medicamentos, está cayendo en una usurpación profesional y en fraude.
El médico psiquiatra diagnostica en base a criterios estandarizados en el DSM-V (de la Asociación Americana de Psiquiatría) y en el CIE-11 (de la Organización Mundial de la Salud). Los psicólogos clínicos, desde la licenciatura, también pueden hacer estos diagnósticos. La psiquiatría y la psicología clínica están enfocadas en el modelo médico; sin embargo, el psiquiatra está especializado en el aspecto biológico.
A veces, los estados de ánimo pueden caer por tiempo considerable a niveles que hacen muy difícil que la persona pueda cuidarse suficientemente bien. Es difícil trabajar, cuidar la salud, cuidar las relaciones y mirar el sentido de estar vivos.
En otras ocasiones, esos periodos de ánimo bajo son seguidos de otros de ánimo alto, tan alto que no dejan ver riesgos, lo que también puede dificultar el trabajo, el cuidado, las relaciones, la ética y la consideración por el futuro.
Hay también personas que no logran compaginar su experiencia de lo que es real con lo que los demás consideran real, esto hasta el punto de perder confiabilidad, efectividad en su cuidado, capacidad de trabajar o establecer vínculos sociales estables; viven experiencias auditivas, sensibles y visuales que otros no pueden verificar. En algunas ocasiones, estas personas están seguras de que sus creencias son realidades, incluyendo creencias de ser seres excepcionales (muy especiales) y perseguidos por su excepcionalidad.
Actualmente, hay muchas personas que tienen la experiencia de no poder gestionar su atención. Su mente viaja a velocidades angustiantes. Hay como la sensación de estar atrapados y buscando múltiples salidas o soluciones al mismo tiempo. Pero también puede ocurrir que estén pensando en lo mucho que deben hacer, pero no pueden desenfocar su atención de algo que consideran un distractor, como su teléfono.
Hay momentos en la vida donde la sensación de ansiedad se siente tan grande que pensar, entender y reflexionar parece imposible.
Es principalmente para esas experiencias de mucho sufrimiento que se utiliza la intervención psiquiátrica, que receta drogas como:
Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS): ayudan a que la serotonina, un neurotransmisor asociado al ánimo alto, esté más abundante en el cerebro, ya que la sustancia administrada evita que se absorba tan rápido como suele ocurrir.
Inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSN): la noradrenalina, naturalmente producida por las glándulas suprarrenales, sirve como transmisor y hormona. Está relacionada con el aumento de energía. Igual, la droga ayuda a que dichos transmisores estén más tiempo sin ser reabsorbidos.
Tanto los ISRS como los IRSN y otros usados para personas con ánimo muy disminuido toman semanas en hacer efecto y pueden tener efectos no deseados y esperados, por lo que la supervisión médica debe ser cercana para ajustar dosis y cambiar el medicamento si produce efectos secundarios negativos.
Cuando los estados anímicos dolorosamente bajos son seguidos de estados anímicos peligrosamente altos, como expliqué antes, los psiquiatras utilizan estabilizadores del ánimo. Suele usarse carbonato de litio cuando los ánimos altos no son tan frecuentes, y lamictal —que bloquea los canales de sodio y calcio, evitando que se produzca dopamina y serotonina— cuando los ánimos altos son también recurrentes y difíciles de manejar. A veces, esas sustancias son tóxicas para algunos organismos y requieren alternativas. Es fundamental estar en seguimiento médico constante.
Cuando la realidad experienciada en la mente se siente más real que la realidad compartida con otros, y las creencias son más fuertes que las evidencias hasta no poder compaginar la vida con los demás, los psiquiatras suelen recetar sustancias que bloquean los receptores de dopamina. Así, las células nerviosas reciben menos estímulos en cerebros tan estimulados que generan visiones o alucinaciones difíciles de asimilar y significar. En algunos casos, también se busca bloquear la serotonina, induciendo un estado de relajación. Cada persona reacciona diferente, y además cada cuadro es diferente; por eso hay una gran variedad de medicamentos. El seguimiento del médico es fundamental para ajustar dosis y cambiar medicamentos.
Con respecto al tema de los retos con la atención que significan sufrimientos personales, interpersonales, dificultades para trabajar, para estar con uno mismo y que invitan a buscar automedicación con alcohol u otras drogas legales e ilegales, el psiquiatra suele recomendar agentes que estimulan la producción de dopamina y serotonina para estimular zonas asociadas con la atención, como:
La corteza prefrontal, que participa en la toma de decisiones reflexivas.
El núcleo accumbens, que se emociona cuando logramos algo, sirviendo como recompensa por hacer lo que se busca.
El locus coeruleus, que, estimulado, ayuda a llevar una atención sostenida.
Los estimulantes así pueden ser muy adictivos y tener otros efectos no deseados.
Cuando la ansiedad es abrumadora, los psiquiatras suelen recomendar ISRS, IRSN y benzodiacepinas. Estas últimas potencian el neurotransmisor GABA, que inhibe el aspecto estimulante del sistema nervioso central. Las benzodiacepinas y otras medicaciones que tranquilizan no deben ser usadas por periodos prolongados; tienen alto riesgo de provocar abuso y adicción, con efectos secundarios significativos y crisis de abstinencia.
Ninguna de esas sustancias mencionadas son curativas. Si bien pueden ser ayudas maravillosas para controlar procesos de terrible sufrimiento, no están creadas para arreglar algo, sino para balancear la química del cerebro y sistema nervioso como para contrarrestar algo que es difícil de tolerar. La terapia (TCC) se usa para ofrecer lo que se llama psicoeducación, que es enseñar a los pacientes a pensar de maneras más apegadas al cuidado y a comprender que se está pasando un proceso que necesita apego a la terapia y al psiquiatra.
Algunas personas que viven experiencias así de complejas no logran sacar mucho beneficio de ninguna terapia en particular, pero algunas sí encuentran beneficios en aprender a cuidarse, en adquirir habilidades sociales, en tener espacios de reflexión, en relaciones terapéuticas seguras y empáticas.
Nadie debería garantizar resultados de curación cuando, la verdad, aún no comprendemos plenamente si estas son enfermedades, ajustes creativos, experiencias mal comunicadas, experiencias relativas a aspectos misteriosos aún para la ciencia o lesiones no identificadas.
En mi experiencia y en la de otros colegas, personas que han sido diagnosticadas con depresión grave tienen transformaciones magníficas en la terapia sin usar medicamentos. También vemos que la ansiedad se hace manejable sin medicación en muchísimos casos cuando las personas pueden comprender las condiciones que alimentan el malestar. Algunos con diagnósticos de atención dispersa e hiperactividad viven cambios sorprendentes con trabajos relacionados con la sanación de trauma, trabajo corporal, prácticas de meditación y terapias exploratorias.
Cambios en contextos sociales también son significativos.
Algunos eventos psicológicos horribles dejan de ser tan abrumadores cambiando de casa, alejándose de abusadores, mejorando las condiciones sociales, afectivas, erótico-afectivas, familiares o laborales.
Pero a veces, con medicamentos bien cuidados, cambios de contexto y apoyo social, hay personas que no pueden soportar su sufrimiento y eligen quitarse la vida, y eso, creo, debemos verlo como una búsqueda de paz y de liberarse del dolor, no como una búsqueda de la muerte, ni como negligencia de sus seres queridos y familiares.
Eso sí, una persona con apoyo social, cuidados y con espacios-tiempos para ser comprendida tiene más alternativas para encontrar paz sin tener que morir. Y es importante que quienes ofrecen medicación estén disponibles para hablar de reacciones adversas en la medicación y en la aparición de fantasías de suicidio.
Y PARA TERMINAR ESTA SERIE: ¿PUEDES TENER UNA AMISTAD CON TU TERAPEUTA?
Leí a un coach de vida decir que debemos cuestionar la ética de los terapeutas porque no garantizan resultados y aún así cobran.
Mi respuesta a ese colega, quizá algo hostil, es que no cobramos por el resultado, cobramos por un espacio-tiempo para aprender, reflexionar, conocernos, mirarnos, cuidarnos con condiciones mejores que las del mundo normal.
En el mundo normal hay más exigencia que apoyo, prisa que paciencia, crítica que empatía, juicio moral que análisis comprensivo y acusaciones que descripciones. La persona terapeuta cobra por saber crear mejores condiciones.
La familiaridad —es decir, tener varios vínculos en común—, el “ser amigos”, puede hacer más difícil crear esas condiciones, pero no siempre es imposible. No tengo una respuesta absoluta, pero si vas con un terapeuta que es tu amigo y sientes que el ambiente en la terapia es prácticamente igual que el ambiente en un contexto social, no creo que sea el terapeuta adecuado para ti. Pero más grave aún es que sientas que tu terapeuta es tu enemigo, que replica condiciones hostiles del mundo, que te hace sentir exigencia, prisa, crítica, juicio moral, juicio religioso, te acusa o te culpa de no “mejorar”. Ese terapeuta está cobrando por algo que ya da gratis el mundo, y que es chatarra.
Ojalá lo que he compartido ayude a que hagan elecciones informadas, porque amo la terapia y no me gusta verla juzgada superficialmente. Creo en los espacios-tiempos mejores que el mundo, y ojalá te los busques y los encuentres en tus grupos, en tus tribus, con tus chamanes, tus gurús, tus maestros, tus coaches, tus facilitadores, tus mentores, orientadores, tus médicos, trabajadores sociales, cuidadores, terapeutas y demás.
Creo en los espacios-tiempos mejores que el mundo, por eso invito a chamanes, gurús, maestros, coaches, facilitadores, mentores, médicos, orientadores, trabajadores sociales, cuidadores, terapeutas y demás, que se mantengan escuchando a sus pacientes, clientes, alumnos, seguidores o usuarios; que busquen espacios para reflexionar sobre su trabajo; que hagan pausas a sus certezas; que se abstengan de imponer valores personales y que busquen hacer espacios-tiempos mejores que en el mundo.
Gracias, y síganme para más reflexiones existenciales. Carlos Ávila Pizzuto
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